El Acuario de Sevilla estudiará su crecimiento, alimentación y comportamiento para contribuir a la divulgación del estado de esta especie en el mar
El Acuario de Sevilla acoge desde hace unos días cuatro pequeñas tortugas bobas (Caretta caretta) que permanecerán en sus instalaciones hasta el próximo verano dentro de un programa de cría e introducción al mar (“head-starting”).
En estos momentos estas crías de tortuga se encuentran en perfecto estado de salud en los tanques de cuarentena del acuario bajo la supervisión diaria del equipo técnico, y se espera que en un breve periodo de tiempo, puedan pasar al tanque de recuperación de tortugas que el acuario hispalense tiene en su recorrido, para completar su crecimiento, fortaleciéndose y compartiendo espacio con otras especies hasta su regreso al mar. La presencia de estos animales supone una oportunidad única de divulgar al público visitante el estado actual de amenaza al que se enfrenta esta especie en su día a día en el medio marino.
Las pequeñas tortugas proceden del nido que fue descubierto en julio del año pasado en la playa del Serradal de Castelló y fueron incubados en las instalaciones del Oceanogràfic, hasta que comenzaron a nacer a partir del 31 de agosto. Forman parte de un notable “baby boom” de esta especie en el Mediterráneo, ya que en la temporada de anidamiento se registraron otros nidos en Murcia, Ibiza o Barcelona.
El Acuario de Sevilla forma parte del grupo de centros que se ocupan de la conservación de tortugas, que bien aparecen varadas o dañadas en el litoral, o como en este caso, que forman parte del programa “head-starting” a partir de nidos descubiertos en las playas.
Las crías, que han sido cedidas por la Conselleria de Agricultura y Transición Ecológica, estarán en las instalaciones del Acuario de Sevilla hasta que su desarrollo permita volver al mar con garantías. Mientras tanto podrán ser estudiadas en sus distintas facetas de alimentación y comportamiento.
Programa de crecimiento e introducción en el mar
Las pequeñas tortugas acogidas en el Acuario de Sevilla siguen el protocolo de “head-starting”, cuya finalidad es conseguir que los neonatos alcancen el tamaño, peso y habilidades suficientes de nado, buceo y alimentación para aumentar las posibilidades de supervivencia en mar abierto, evitando además a gran parte de los depredadores.
Hasta que cumplan un año, aproximadamente, estos individuos estarán siendo alimentados y cuidados en el acuario hispalense como contribución a la conservación de esta especie que se encuentra, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN, por sus siglas en inglés), amenazada, ahora, también, por la basura marina.
Las experiencias llevadas a cabo hasta ahora permiten un gran optimismo porque los porcentajes de supervivencia de estos animales al entrar al mar están en torno a un 90%, lo que significa un éxito para la conservación de la especie, dado que se estima que, en condiciones naturales, sólo sobrevive a su entrada al mar una tortuga de cada mil que nacen.
Un animal superviviente
La tortuga es un animal superviviente por naturaleza. La alimentación del vitelo le sirve en el medio natural para conseguir emerger de la arena donde está depositado el nido, superar la distancia de la playa hasta la orilla del mar y luego rebasar el área de rompiente.
Al llegar al agua se les desata un frenesí natatorio con el que, pese a sus escasos 17 gramos de peso y 6 centímetros de tamaño, son capaces de superar el rompiente de los primeros metros de la orilla hasta llegar a mar abierto, donde el neonato aprovecha para estabilizarse plegando sus diminutas aletas y quedarse flotando.
El pequeño quelonio se sirve de una uña para adherirse a cualquier elemento flotante para proveerse fácilmente y sin esfuerzo de alimento. Ese es el estadio en el que mayor mortandad sufren debido a los muchos depredadores que tienen